Todo el mundo habla de aprender a "soltar", de saber "dejar ir", pero que sea un tema muy hablado, no lo vuelve más simple, ni tampoco hace más fácil la tarea de llevarlo a cabo. Por eso, por más que muchas veces estos términos son empleados de manera liviana, todos sabemos lo que cuesta y lo difícil que puede resultar lograrlo.
Una de las razones de por qué es complicado es porque no existen recetas ni fórmulas mágicas para aprender a dejar ir, se trata de un proceso personal donde los tiempos son plazos administrados por nosotros mismos. Nadie puede decirnos cuando hacerlo y afirmarnos si estamos preparados, es uno el que debe llegar a ese momento transitando todo el camino de lo que significa poder soltar.
¿Y a qué nos referimos? ¿Cuáles son esas cosas que nos cuestan dejar ir? Estas preguntas no tienen una única respuesta, porque las personas vivimos permanentemente aferrándonos a situaciones distintas, creando relaciones que nos atan desde el presente con el pasado, pero que sin embargo eso no representa el punto cuestión, sino cuando esas ataduras se vuelven lo suficientemente rígidas como para no permitirnos avanzar.
Lo más fundamental es siempre comprender lo importante y saludable que tiene que ser para nosotros aprender a #cerrar. Cuando nos empecinamos en que algo que ya termino, siga vigente, revitalizamos la situación, dándole la suficiente consistencia para evitar realizar su cierre. No hay que instalarse nunca en los finales, sino elaborarlos, para lograr a partir de ahí construir lo nuevo. Mientras más demoremos ese proceso, más lejos vamos a estar de poder soltar.
Tener presente las razones que hacen esencial el concepto de "aprender a dejar ir" constituye una muy buena herramienta para poder empezar a transitar todo el camino que implica. No viene mal, un repaso de las mismas:
.Sin soltar, siempre estaremos en el mismo lugar. Todo crecimiento lleva implícito el dejar atrás etapas, forma parte de nuestra evolución, no podemos construir sobre lo que ya vivimos, sino que podemos crear y decidir sobre lo que aún nos falta vivir.
.Aceptar lo finales, es permitirse ver los comienzos. Solo cuando podamos comprender que algo terminó, vamos a poder percibir lo nuevo y desde esa base empezar a construir proyectos. Aferrarnos a algo que ya pasó no nos deja proyectar, nos quita las posibilidades de poder llevar adelante nuestras metas.
.No podemos oponernos al tiempo. Por mas que, muchas veces, uno desea detener el tiempo, es imposible impedir su ritmo, y es trabajo nuestro ver como abordamos su paso, intentando siempre buscar recursos para enfrentar el presente, en lugar de invertir nuestra energía intentando retener el pasado.
.Dejar ir no significa olvidar. Nunca nos vamos a despertar y olvidar automáticamente todas cosas que nos marcaron, se trata de poder seguir adelante resolviendo lo que nos frena y evitando que se vuelva un obstáculo para el desarrollo de nuestra vida. Se trata de poder estimular una actitud resiliente.
Por lo tanto, lograr soltar, es lo que nos va a permitir seguir adelante, es un proceso importante porque nos empuja, ni mas ni menos, que a avanzar. Nadie vive para atrás, nuestra dirección es vivir hacia adelante y si nos mantenemos aferrados a situaciones del pasado no hacemos más que impedir su elaboración. Quedarnos atados a lo que ya pasó es dar vueltas en círculos, es volvernos anacrónicos mientras intentamos ir en contra del tiempo. Debemos siempre mirar hacia lo nuevo porque la vida nunca se va a detener a esperarnos, y seremos nosotros los que debemos ajustarnos a su paso, como dice un proverbio oriental: Camina.y el mundo caminara con vos, frenate..y el mundo caminará sin ti.
Maria Gabriela Palleros
Extraído de: revistaohlala.com
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